dimecres, de maig 07, 2008

236 Topaketak itxasoan, encuentros en la mar.



Era invierno, mi padre y yo habíamos ido desde Iruña al antiguo puerto de Hondarribi, donde teníamos un velero, un fantasía. Yo tenía unos 10 años. Recuerdo que íbamos bien abrigados y no se por que circunstancia habíamos ido los dos solos, sin mis hermanos ni mi madre. El recuerdo es muy sintético, como en fotografías.

Yo iba por el costado de estribor del barco hacia la proa, que era donde siempre me ponía, era el lugar dónde más fuerte impactaban los pantocazos del Ferjaitz (por los tres hermanos, Fernando, Jabi e Itziar) contra las olas y para mí el más divertido (lo sigue siendo).

No había dado dos pasos desde la bañera hacia delante, cuando, agarrado a uno de los candeleros con la mano derecha vi asomar a la superficie un brillante y enorme lomo negro a poco más de un metro de nosotros, en paralelo al Ferjaitz. Mi padre estaba detrás llevando la caña y se quedó tan paralizado como yo. Tan rápido como apareció, se fue, y no volvió a asomar. Por el canal de la radio se oían a a los patrones de las demás embarcaciones comentando el avistamiento…

En el primer día del año 2001, mi hermano Fer y yo fuimos a visitar a Pakito, el delfín que eligió la bahía de la Concha para vivir. Fuimos hasta el puerto de alde-zaharra de Donostia. Allí nos cambiamos y con unas aletas y unas gafas fuimos nadando hasta el centro de la bahía. Hacía viento sur y la mar estaba plato. El aire era caliente y el agua estaba muy fría. Empezamos a chapotear para llamar su atención.

Mi hermano es un máquina del buceo (ha llegado a bajar 30 metros a pulmón) e iba a menudo con sus compis Ventura y Borja para tratar de avistarlo. No aparecía, pero de pronto pegó un gran salto a unos veinticinco metros de nosotros, se sumergió y volvió a asomar su aleta. En esos momentos me recordaba a mi mismo: es un delfín, es un delfín, es un delfín….sería un delfín, pero hacía unos tres metros de largo y estábamos en su medio.

Luego le perdimos de vista. Fer me empezó a hacer señas para que mirara bajo el agua y Pakito estaba panza arriba, sumergido a unos cuatro metros bajo nosotros, observándonos con su mirada gamberra y sonriente. Al poco tiempo batió con fuerza su cola y desapareció. Fue un encuentro muy intenso.

Algunos amigos han contado historias de encuentros con animales marinos realmente grandes y con muchos dientes estando en el agua en algún surfari. Sudáfrica, Australia... Leí alguna vez en algún sitio a un marino que decía que si el agua tiene sal, hay tiburones.

En un baño más en la Barceloneta hace unos años (antes de los ultimos destrozos realizados en esa emblemática playa del surf catalán), un piko salía bueno en el centro de la playa, un poco a la derecha mirando al mar; soplaba levante y había mucha espuma alrededor.

En una remontada vi algo blanco por el rabillo del ojo, como un reflejo momentáneo en el agua, miré pero no vi nada, seguí remando y a medio metro del nose de mi tabla saltaron dos peces de aproximadamente un palmo y medio cada uno con cara de susto, y asomó un lomo grueso y blanco rapidísimo marcándose un re-entry en mis morros. No se que era, pero era gordo, rápido y estaba cazando.

Giré 180º, pillé una ola y salí casi caminando sobre el agua para la orilla. Avisé a la cruz roja, no hiceron mucho caso. Avisé a Julio, buen compañero de olas y de batallitas; él salió extrañado ante mis señas. Volvimos a entrar para avisar a Genís y más gente que estaba pillando, con los pies bien subidos en la tabla. Un australiano al que avisó Julio no dudó en salir sin pensarlo, en su país tienen una educación especial con los a veces siniestros visitantes de sus playas.

Lo que está claro es que cuando vamos al agua somos invitados de la mar, a veces mejor no saber que hay ahí abajo y compartir el baño con los seres subacuáticos con respeto.

3 comentaris:

Anònim ha dit...

El pasado Noviembre, estuve en el Algarve de surfari con un amigo. En furgo. Había algo de mar y estábamos dándonos el último baño del día en Tonel. El cielo estaba precioso, con nubes por las que asomaban los rayos de sol rojos titanlux.
Me separé algo de mi amigo, y no había nadie más en la playa. Estaba haciendo más caso al espectáculo que tenía en frente que a las olas cuando una aleta y un lomo curvo salieron a menos de 1 metro. Me asusté.
En uno de esos momentos en los que la cabeza te funciona a 10000 por hora, llegué a la conclusión que era un delfín y pequeño. Volvió a salir, y me regaló un resoplido. Estuvo 2-3 minutos jugando y luego se fué. Salí del agua con el sol detrás del horizonte.
Es sin duda el mejor recuerdo que me ha regalado el Surf.

P.D: Ez da ahaztu behar uretan gu garela animalia, eta haiek zoora doazen turistak.

Kukurusta ha dit...

aupa Josu, eskerrik asko zure postagatik. Vaya susto al principio no? luego un gran recuerdo, tuviste mucha suerte!

agurrak

Test ha dit...

Encontrarse con pececito de semejante tamaño en el agua debe de ser una gran experiencia. Para mi es una especio de deseo y miedo a la vez.

Me encantaría encontrarme con un delfín o un tiburón, pero a la vez, seguro, seguro que me cago vivo.

Ni imaginar si ves el triburón que han pescado en Badalona hace un par de semanas: 8 metros ... sin dientes, pero 8 metros ... y encima con una pinta muy parecida a un gran blanco