dijous, de setembre 11, 2008

298 Banbu, sua, olatuak / Bambú, fuego, olas.












En el mundo hay varias cosas que me hipnotizan tanto como mirar las olas. No soy el único. Muchos de vosotros vais a pasear junto a la mar, a menudo solos o con vuestra mascota, para reflexionar sobre vuestros pensamientos o para parar de pensar, lo que a veces es tan necesario como respirar y darte un descanso.

La segunda es el fuego. Con el constante bailar de sus llamas, sus fascinantes colores y su intenso poder, incluso contenido en una pequeña chimenea.

La tercera es el viento; cuando lo sorprendes en una esquina de una gran ciudad creando un parvo pero mágico torbellino, cuyo origen está en las corrientes de los laberintos urbanos, levantando la tierra o las hojas caídas de los árboles; ese instante, esos segundos, son una obra de arte de la naturaleza.

De pequeño, en Hondarribi, detrás del pequeño muro de la urbanización Ola-bide, había una plantación de bambú muy grande. Aquél lugar era un paraíso para los niños que vivíamos allí. Saltábamos la valla y con aquél bambú fabricabamos arcos, flechas, lanzas y cabañas. Cuando soplaba el viento anunciando galerna, los altísimos y delgados troncos se movían doblándose con una extraordinaria flexibilidad, apoyándose unos sobre los otros, y sus cientos de hojas, al rozarse, creaban una música y un placer visual solo comparables al de las olas y el fuego.

tigre y dragón, el film de Ang Lee, recoge algunas de estas maravillosas imágenes.

1 comentari:

Anònim ha dit...

No te me conviertas ahora en pirómano...